Un Periodista Argentino Que Murió En Acción De Guerra


(Crónica escrita en agosto de 1959)

Por Jorge Ricardo Masetti


    Cuando dos periodistas se encuentran, cualquiera sea su nacionalidad, hablan siempre de dos temas: su oficio y la política. Por eso cuando me presentaron aquí, en la esquina de Prado y Galiano a Jean Pasel (eran las tres de la madrugada), cumplimos el requisito durante más de una hora; y nos prometimos seguir la charla cualquier día, aunque los dos estábamos casi seguros de no vernos más.

    Pero una semana después se me presentó en la redacción. Era  un “flaco” típico argentino. Muy alto, semicalvo, con el bigote con el bigote manchado de tabaco y un par de manos huesudas que le llenaban los bolsillos.

    Había eslabonado su carrera periodística –que empezó en su pueblo natal de Bragado, en la provincia de Buenos Aires- por varios países de Latinoamérica. Hablaba siempre sonriendo, y su larga permanencia en el extranjero no le había hecho perder en absoluto su “tonada” argentina. Toda su trayectoria de periodista giraba en torno a un fin determinado: hacer periodismo “para algo” y ese algo era su fervor latinoamericanista.

    En  La Habana estaba cumpliendo un corto ciclo en televisión, sobre los problemas políticos que agitan esta parte del continente. Pero como todo periodista, andaba en busca de la “gran nota”, el reportaje sensacional. Y el Caribe, convulsionado por los intentos revolucionarios contra Somoza y los Trujillo, ofrecía el escenario magnífico.

    Por eso no me extrañó cuando aquella tarde en la que vino a verme, me explicó, a la carrera, que se iba. Estaba eufórico. Le pregunté, con adivinanzas, hacía dónde partía:

    -¿Vas a hacerle una visita a los Somoza?

    Movió la cabeza, pero no contestó.

    -Bueno, entonces te envidio. Saludos a los dominicanos.

    -Mira –dijo de pronto-, me voy a Haití.
    Entendí que por ese país era más fácil entrar al dominio de Trujillo y no pregunté más. Descontaba el objetivo.

    Antes de despedirse con un apretón de manos, me dejó un papel con su verdadero nombre: Juan Carlos Chidichimo Poso. Y el nombre y dirección de su padre en la Argentina.

   -Si me pasa algo, te ruego que le avises al viejo.
   -¿Y qué te va a pasar? Las balas no se meten con los corresponsales…
   -Ojalá que, como vos, pueda durar para contarlo.
   -No pasará nada –le dije. Mandanos noticias y fotos por la vía que puedas.

    El clásico “chau” lo escucho casi al tomar el ascensor. Se iba corriendo, alegre. Iba a la “gran nota”.

    Recién cuando el gobierno haitiano anunció oficialmente su muerte, me enteré de que su objetivo no había sido la República Dominicana. Se había incorporado como corresponsal a una expedición en Haití. El gran reportaje iba a estar allí y allí fue a buscarlo.

    Quizá sea Jean Pasel el primer periodista argentino que muere desempeñándose como corresponsal de guerra.