Carta a Don Benjamin (Director de la SIP)

Don Benjamín:
(Director de la SIP, Sociedad Interamericana de Prensa, en ese momento.)

    Nunca imaginé que tendría que dirigirle a Ud. una carta, pero las circunstancias obligan. El caso es, Don Benjamín, que desde hace cerca de un año y medio nuestra empresa PRENSA LATINA ha surgido en el panorama noticioso y en especial, en el terreno que hasta entonces, era campo casi exclusivo de vuestra AP y su amiga y compañera UPI. Desde entonces hemos entrado en competencia y mantenido una cordial lucha por demostrar cuál agencia era mejor.

    Al principio todo fue bastante bien. Ustedes se asustaron un poquito, pero como no nos daban más que algunos meses de vida, no se preocuparon demasiado. Nosotros, que sabíamos que nuestra lucha sería larga, tampoco nos preocupamos por vuestra despreocupación. Las dos agencias grandes y la chiquita tuvieron sus pequeños rozamientos, lógicos por otra parte si no tiene en cuenta que les ganábamos de vez en cuando con noticias importantes por un par de horitas, pero la cuestión no daba para más.

    No obstante, con el transcurso del tiempo, Don Benjamín, parece que se fueron cansando de que alguien dijese lo que ustedes cuidadosamente ocultaban: o de que se transmitiesen las noticias tal como sucedían, pese a que sus agencias habían estado horas consultando la forma de distorsionarlas. Se habían terminado los buenos tiempos en que los pueblos se enteraban de lo que sucedía en las conferencias internacionales, sólo a través del tamiz de las agencias norteamericanas. San José,  por ejemplo, fue para ustedes un golpe irritante. La Conferencia de los 21, les significó una dolorosa enfermedad. Y la inauguración de la Asamblea General de las Naciones Unidas, a la que acudieron tantos señores cuyas palabras habría que haber ocultado o mutilado, el acabóse.

    No se podía competir con una agencia latinoamericana que no ocultaba nada. Para ustedes, nuestro periodismo, debe ser algo así como el súmmum  de la estupidez. Un sabio latinoamericano, al cual usted Don Benjamín sin duda alguna jamás habrá escuchado nombrar, José Martí, escribió una vez que: “la palabra no es para encubrir la verdad, si no para decirla”.

    Imaginamos que si alguno de los dirigentes de vuestras agencias hubiese leído esto, habría recomendado enseguida que se hiciese un estudio sobre el cerebro de tan extraño individuo.

    Pero volviendo al tema de mi obligada carta, Don Benjamín, estimo que vuestra irritación ha sobrepasado ya los límites y los está llevando en su afán de acallarnos, a competir con otros organismos de vuestro mismo gobierno, que tiene idéntica misión.

    Ayer, por ejemplo, Asociated Press, anunció desde Caracas que un corresponsal nuestro, había sido encarcelado y que iba a ser deportado.

    Cuando lo informó, eso no había sucedido. Pero el corresponsal de la Asociated Press, lo informó igual. Su vinculación con la policía le permitió dar por sentado que su colega ya había sido arrestado. Su vinculación con la policía le permitió conocer no lo que había sucedido sino lo que iba a suceder con un colega.

    Quizá, lo sabía porque él mismo había llevado la información de que su colega en su afán de llegar al lugar de la noticia, obvió un trámite de aduana.

    Y en su afán de que así fuese, de que un periodista fuese apresado y deportado, vuestro corresponsal dio la falsa noticia.

    Para nosotros, latinoamericanos, Don Benjamín, eso tiene nombres feos. Ese maridaje con la policía se llama de distintas formas pero siempre suena mal: alcahuetería, chivataje, batida, soplo… en fin. Nombres feos, Don Benjamín que nosotros los latinoamericanos aplicamos a los confidentes.

    Es usted un hombre bastante maduro, Don Benjamín, pero permítame un respetuoso consejo: deje esa tarea sucia para individuos que gozan con ella. Usted conoce a Jules Dubois -Coronel de Inteligencia Norteamericana, agente del FBI y Presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP)-. Un coronel grandote, prototípico. Déjele a él exclusividad de esa tarea, por la que le pagan, y que constituye su placer. El es el encargado de delatar a los periodistas latinoamericanos no genuflexos.  Para qué meter las manos directamente, si tienen quien se ensucie por ustedes. Es mejor que sigan como hasta ahora. Compitan con nosotros en el campo de la información. Tienen casi todo para ganar: dinero. No vamos a pretender que cambien su estilo digan la verdad, e informen, ya la desinformación es su objetivo. Pero manténganse dentro de las normas que han seguido hasta ahora. Mutilen, distorsionen, en fin, mientan como siempre, que nadie se asombrará. Pero la tarea sucia del delator déjenla para la rama del coronel.

    Sin otro particular, me despido de Ud. Don Benjamín, muy atte.
Jorge Ricardo Masetti
Director general